Jueves 24 de octubre. Hace una noche de perros, y que mejor rincón pucelano para esconderse que la Sala Porta Caeli, donde cada mes nos ofrecen una serie de conciertos realmente llamativos. Y se agradece. No son demasiados los espacios con esta oferta en la ciudad castellana.
El primer grupo que apareció sobre el escenario fue Campingás. Con la aparente pretensión de calentar la sala para que Dinero dopase al personal, encontramos un grupo perfeccionista, que sonaron increíblemente bien y, por difícil que parezca, pude comprobar como les quedan mejor las canciones en directo que en su disco "Demuéstrame que no eres una máquina".
Los grupos conocidos de Valladolid últimamente se reducen a Arizona Baby y todo el pitote montado alrededor. Pero existe una escena realmente interesante a la que se puede (y se debe) respaldar (y hablo de Valladolid por que es mi ciudad. Seguro que en la tuya existe la misma situación).
En este caso, Campingás propone canciones basadas en continuas guitarras y, sobre todo, honradez. Con un setlist divertido y una intensa forma de vivir la música, poco antes de las 11 dejaron el escenario sabiendo que siempre se puede mejorar, según ellos mismos me comentaron. Y seguramente será así, pero considero que fueron capaces de dejar huella con sus canciones.
Después de los preparativos típicos, que según parece, no fueron suficientes, salió Dinero al escenario pucelano para escenificar su propuesta vitalista, y nos pidió sudar desde el principio, algo que con su música y la alta temperatura de la Sala Porta Caeli, no resultaba demasiado difícil. No como el frío público, que al igual que la noche, empezó decaído. Sean Marholm, cantante de Dinero notó esta actitud, y bajo entre nosotros para encontrar la respuesta que buscaban.
El primer setlist finalizaba con "Mi Generación", canción con la que la gente parece sentirse identificada, "Saboreal", tema que cerraba su primer disco y el himno que todo grupo debe tener para hacer rugir a su público. En el caso de Dinero, no puede ser otra que "Mentiras". El juego de silencios que el grupo expone en este tema, mueve a todo el mundo. Se nota que la tienen absolutamente ensayada, y la cuadran perfectamente.
En el desarrollo del bis, Dinero por fin halló el punto y la temperatura que estaba buscando, y llegó la respuesta vitamínica de Pucela. Los últimos cortes, "El invierno", y el penúltimo track de su segundo y recién estrenado disco, "Año Perro": "Enérgico, Mágico, Eléctrico".
A pesar de los problemas de sonido que durante todo el concierto persiguieron a la guitarra y el micrófono de Sean Marholm, a Dinero se les ve dos rasgos geniales. Son fuertes y enérgicos, y con su música contagian a todo el mundo. Y son grandes músicos. A pesar de la dopada velocidad y el entusiasmo con el que tocan sus canciones, son bajo, guitarra, batería, voz y coros, y con eso es suficiente para engrosar las canciones.
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