El sábado del SOS para nosotros fue menos musical si cabe. La fiesta se había apoderado de nuestros cuerpos, y la bebida fresca era de agradecer ante la grata temperatura que nos brindó Murcia. El entorno de la ciudad, con las montañas bailando al son de las canciones que decidimos poner en el coche, y los hielos circulando y cayendo en los vasos, acompañaron sin cesar una tarde que pintaba muy bien de marcha, pero que no pintaba tan grande musicalmente hablando.
El sábado tuvo, para nosotros, dos grandes protagonistas:
EDITORS: el crecimiento de la banda de Birmingham ha sido brutal. Tom Smith salió al escenario con una apariencia más demacrada de lo que esperábamos. Delgado, y con la mirada perdida en muchas ocasiones. Una gorra que no hacía justicia a los pantalones de pinzas que lució. Smith aportaba una locura que impregnaba al agradecido público, e hizo ver algún desnudo entre la gente. Lleva la voz cantante, el piano cantante, la guitarra cantante y ordena a sus anchas el ritmo que todos debíamos llevar.
Editors se mostraron como uno de los grandes grupos internacionales del festival. Las entradas de casi todas sus canciones despedían un calor, que parecían hacer arder el suelo, y provocar que la gente necesitase saltar lo más alto posible para evitar quemarse las zapas.
El grupo que teloneara a Muse hace aproximadamente un año, ahora parece que adelantan por la derecha a los convencionalismos comerciales de Bellamy & Co y sus ideas crepusculares. La cantidad de himnos que ya colecciona la banda fueron coreados con todo el descaro posible por un público murciano entregado. Si bien la droga de los MGMT no nos convencieron, puede que Tom deba pasarles el número de su camello a Andrew VanWyngarden y Ben Goldwasser.
LORI MEYERS: conociendo a los granadinos de otros conciertos y festivales nacionales, esta vez no se quedaron cumpliendo lo que se esperaba de ellos. No era suficiente para el SOS, y creo que es menester agradecerles la entrega absoluta con la que salieron al escenario, y la aún mayor entrega con la se fueron del mismo.
Sus canciones sonaron más poderosas que nunca, el público decoró sus mejores temas con sus manos, palmas y coros. Durante el concierto se me ocurrió la posibilidad de que los granadinos quieran competir con Vetusta Morla con abanderar la música indie nacional, en una guerra limpia pero dura, donde los andaluces ganan a los madrileños en cantidad, por su experiencia ya con unos cuantos discos a sus espaldas. Y también empiezo a creer que cualquier cartel festivalero nacional que se precie o compita por estar en lo más alto, debe incluir el nombre de estos dos grandes grupos.
La despedida del concierto de Lori también merece una mención especial. Y es que un Noni desatado, sin camisa, con una sudada importante, y corriendo ante la primera fila del evento, no explicó que aquello no estaba siendo culpa de la gente, era culpa de unos Lori Meyers más grandes que nunca. Increíble momento final con frases más andaluzas que nunca. Y es que "Todo esto es culpa de la gente/Por que te hace sentir tan diferente/Todo esto es culpa de la gente" se convirtió en "To eto e culpa de la hente/Por que te hase senti tan diferente/To eto e culpa de la hente"... Agradecidos.
Algunos momentos más vividos en el festival a lo largo del sábado, fue ver a ZOMBIE KIDS como se convertían en los Inhumanos de la música electrónica, con más de 15 personas en algún momento del concierto (incluso gente del público) que dió un toque más humorístico que musical al concierto. O ver a TIGA en el escenario principal, ya adentrada la noche, convirtiendo el festival en una gran discoteca, ambientada por la brutalidad del popular Dj. Su música obligó a más de uno a perder los ojos, la mirada y las buenas formas para pasar a dibujar una visión perdida de lo que era su entorno, e incluso llegar a perder las formas con los bailes más nerviosos de la noche.
Muchas cosas se me escaparán, muchas cosas vistas de paso, muchas copas bien digeridas, ni una sola bronca de un público de diez, mejor incluso que el sonido, del que he leído como hay gente que se queja. Y puede que la costumbre a escuchar mierda, haya dejado restos de palomino en mis oídos que me impidan realizar una crítica real al sonido. Pero yo no note nada destacable al respecto.
Después de esto, un largo paseo por la parte más discotequera, que realmente estaba a reventar de una gente que no quería abandonar un recinto, que ya se había convertido en su segunda casa. No vivimos ninguna de las mañanas del festival, no vivimos ni la mitad de conciertos de los que se podían disfrutar, pero lo pasamos de cine en un festival que si sigue trabajando los nombres como hasta ahora, volverá a llevar 80.000 personas tantas veces como desee en el futuro.
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