Hacer una reseña sobre un artista que te gusta mucho, es algo que no deberiamos hacer nadie. Pero si escribimos, y nos gusta invertir nuestro tiempo en esto, por lo menos en mi caso, es para contaros que me parece el último disco de Beirut.
Os pongo en situación rapidamente. Beirut es una banda, aunque el termino adecuado creo que debe ser orquesta, liderada por el multiinstrumentista Zach Condon. La voluntad en sus discos es hacer música detallista, y llevarlo al directo de la forma más natural y divertida posible.
"The Ripe Tide" es el título de este trabajo, que sigue la moda de portadas sencillas, y que se compone por 9 canciones, que en poco más de media hora, se convierten en la prueba de que Beirut no ha estado de vacaciones. Y aunque sea velada, debo criticar la brevedad del trabajo.
Poner "The Ripe Tide", o cualquier otro disco de Beirut, es el transporte mental a un nuevo entorno, siempre imaginario, algo más tosco que el creado por Tim Burton, más primaveral que ver surfear a Kelly Slater y más otoñal que ver esquiar a Hermann Maier.
Este disco, a diferencia de los publicados anteriormente, es más divertido que una película de Hitchcock, aunque no me imagino bailando a Jim Carrey una canción de Beirut.
Cada uno elige el ecosistema al que ir cuando escucha a Beirut. Pero nunca será un entorno extremo. Este año, parece que la voluntad es hacer música más accesible. Más para todos los públicos. Con la sensibilidad y el folk de siempre, imprimiendo un caracter muy personal a su música, que da la vuelta al mundo desde los balcanes, hasta México, pasando por Rusia, Francia, y tantos y tantos rincones africanos de los que poder sacar provecho.
Disfruto como siempre de esos instrumentos superpuestos, de ese hilo de voz que a veces se pierde entre las cuerdas de su guitarra, como el final de la canción que sirvió de adelanto, "East Harlem". Recientemente algunos afortunados habeis disfrutado del FIB, y habeis tenido la oportunidad de ver a Beirut en directo. Yo no estuve entre vosotros, pero desde luego Beirut hubiese sido un fijo, para convencerme de la idea que tengo, que Zach Condon se ha hecho mayor, y con los mismos mimbres que siempre, ha madurado musicalmente, ha crecido, ha prosperado, ha progresado y se ha convertido en una de las mejores (para mi la mejor) apuestas folk del mundo.
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